Wednesday, January 16

Amores de ocasión.

La noche se antoja salvaje, candente pero tímida, esperando que el sol salga antes que amanezca, osea, que alguien caiga en la telaraña para volverse decorador de interiores y darle un poco de vida a este muladar que perdió su toque desde que... Desde que todo tiene un tiempo y después de ese tiempo se vuelve aburrido. Su mano tiene el toque de un ángel ó quizás uno se enamora muy rápido de esos ojos grandes, orbitantes, preciosos, lúcidos... Ahí voy de nuevo. Uno nunca sabe hasta donde el amor es una excusa para lastimar y así sigue amando hasta que todo queda lastimado y después, después sólo queda el volver a empezar.

Prueba cada uno de sus mejores atuendos y, al final, decide comprar uno nuevo. ¿A quién no le fascinan las niñas que quieren algo nuevo para cada noche especial y hacen a su vez cada noche especial? Su escote le queda grande pero cuando las personas tienen estilo no necesitan llenar escotes ni medir 90-60-90. Cuando las personas tienen estilo brillan con cualquier cosa (lo de la vestimenta nueva es sólo vanidad), y brillar significa tener el cuerpo y la mente perfecta para el cuerpo y la mente perfecta. Pero su cuerpo luce más que perfecto, es la combinación exacta de aquello que los mortales llaman sensualidad y que los dioses llaman diosas. Ella es eso y su vestido azul es lo más envidiable esta noche, todos quisieran tenerlo en el suelo de su alcoba.

Se dirige como princesa con escolta a un lejano reino que más que lejos es distinto, quiere internarse y probar cada platillo de aquel mundo antes de que la noche muera ó haya que regresar a casa. Y por favor, ¿quién va a casar sin cargar su arma y peor aún regresa vacío y sin carnada? Las luces anuncian que es viernes y los viernes en este lugar son siempre campos de batalla predilectos para los conquistadores, hasta Napoleón en su tumba envidia la cantidad de reinos que hay aquí para conquistar y arrebatar, para morder, rasgar y poseer. Así que ella no hace más que ordenar a su escolta que la ubique en el mejor de todos estos campos, el más rico y variado. También debe ser el más bello y decorado, ¿el precio? ¿Acaso alguien en esta vida ó en mil pasadas le há negado algo a una princesa por el insignificante hecho de que sea excesivamente caro? No señores y menos si esta princesa no tiene ni comparación ni un sólo pelo de esa fealdad que todos nosotros tenemos que repartirnos. Para ella todo. Desde el momento en que toma asiento la pista, las mesas, sillas y demás plebeyos se postran a sus pies.

El tequila es para las mujeres fuertes y de carácter. Para las mujeres maduras y que no andan en este mundo buscando un propósito porque ya lo encontraron. Así que ella toma y toma tequila con la delicadeza de una dama y de pronto, un caballero de gran estatura y gran porte extiende su mano desafiando a todo el reino, arriesgando su propia vida con tal de que ella le conceda una pieza y ella, sutil, acepta tomando su mano para apoyarse en ella y probar desde el primer instante si cuenta con los cojones necesarios para no decepcionarla. Empieza la música y es una de esas salsas que ella siempre admite no saber bailar pero que siempre domina con naturalidad. Como si al decir que no sabe como hacerlo invitara a su pareja a dar lo mejor de si para no decepcionarla a ella. Como queriendo que el la asombre a ella y el que al final quedará asombrado será él.

Sus caderas son una luz por la que todos quieren quedarse ciegos, su cintura es la que lleva el ritmo de la noche y las estrellas se alinean para verla bailar sólo a ella. Sus ojos... No puedo escribir nada de sus ojos pues sería pecado hablar del cielo cuando ella baila. Su mano en su cintura, su mano en su mano, todo es perfecto. Él la mira y ella, también con la mirada, le dice que continúe. Luego él le susurra al oído aquella pregunta que no va sola sino acompañada de algo que se siente y se entiende sin querer: "¿Cómo te llamas?" ¿Porqué no preguntar su nombre? el secreto esta en que dadas las circunstancias uno se puede llamar como le venga en gana, el sentido de pertenencia es momentáneo y no se necesita credencial de elector para la pasión que se estremece en las notas de la próxima canción. Ella responde: "Brenda."

Convenientemente la verdad, las princesas no necesitan esconderse pero tampoco necesitan saber el nombre del hombre que las lleva a dar vueltas y vueltas sobre la pista de baile. Tampoco hace falta mencionar que ella se siente encantada de su posicion, de lo contrario tal vez hubiera mentido.

El roce de sus piernas, el choque de sus caderas y la serie de movimientos propios de un baile prefecto convierten el lugar en un río de excitación en el que el romance pronto y las caricias tersas dan de su parte para envolver el sexo en baile, el amor momentáneo en baile. El sudor há consumido en alcohol ingerido y es hora de regresar a la mesa por una nueva dosis, ¿por qué no invitarle una copa al compañero que puso su más grande empeño en hacer sudar a nuestra princesa? ¿Por qué no regalarle una sonrisa y animarlo a querer regalarle más? La velada sigue y entre risas, tragos y baile las parejas constatan aquella frase que dice "el amor es bailar".

La noche termina tarde y los amores de ocasión se van con ella, hay que regresar a soñar con el siguiente encuentro de aquel caballero que en la próxima ocasión, será turbiamente distinto.

¡Qué lastima que nunca soy yo!

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